martes, 16 de noviembre de 2010

Descorchando botellas

Beber siempre es un placer, y beber un buen vino no tiene comparación.

El hedonismo, del griego hedone=placer, es la doctrina donde el bien es el placer y el mal es el dolor. El placer es la felicidad humana, y para mi el placer es el vino, consecuentemente, el vino es la felicidad.

Quien no conozca el vino no entenderá nunca lo que estoy diciendo. Pero si cuando alguien abre una botella, empieza a pensar en todo el trabajo que encierra la consecución de ese liquido fantástico, la sabiduría de su creador, el aporte del terruño, la calidad de la uva utilizada y el amor para su fructificación, disfrutará sin límites de una bebida extraordinaria.

Desde tiempos inmemorables ha sido un protagonista infaltable en las mesas y reuniones. De hecho el ritual del brindis es milenario y dicen que nació en la Grecia antigua.

Hoy sigue siendo un símbolo de festejo el mero acto de descorchar una botella y compartirlo con otras personas.

El vino encierra algo muy difícil de describir, pero desde el momento en el que se escoge en la tiendas ( o en la carta de vinos de un restaurante) hasta el momento de degustarlo es algo verdaderamente cautivante. Basta con observar como hasta los que no toman vino hacen silencio en el momento del descorche o cuando se lo prueba para ver si es este apto para consumo… como esperando el veredicto para continuar con lo que estaban haciendo.

Campo Viejo Gran Reserva:
Vino elaborado con las variedades Tempranillo, Graciano y Mazuelo. Un vino robusto y estructurado. Criado durante 2 años en barrica de roble americano, con trasiegas cada seis meses y tres años en botella.

Es un placer observar su color rojo violáceo diáfano, apreciar su aroma integrado a frutos secos con notas francas de avellana, y disfrutar su equilibrado sabor de estructura tánica, elegante, sutil y muy persistente.

Ideal para apreciarse solo. Si se decide acompañarlo, procurar sabores simples y ligeramente especiados con albahaca, laurel y romero.

Dinastía Vivanco Reserva 2001:
Tinto D.O. Rioja: Tempranillo 90% y Garnacha 10%, tras una breve maceración en frío, fermenta y macera en contacto con los hollejos a temperatura controlada máxima de 30° C, mediante suaves remontados, durante alrededor de 20 días. Permanece durante 24 meses en barricas nuevas de roble francés y americano, con trasiegas periódicas cada 6 meses, y más de dos años de afinamiento entre cono de roble francés y botellero. A la vista color cereza profundo con tonos granates, limpio y brillante. Complejos aromas a fruta confitada bien ensamblada con maderas finas y especias. Elegante paso en boca destacando la armonía entre sus taninos nobles, buena acidez y fondo balsámico. Resulta un vino elegante, complejo y persistente.

MARTÚE 2007:
Variedades de uva 38% Tempranillo, 29% Cabernet Sauvignon, 28% Merlot y 5% Syrah, procedentes de las Fincas Campo Martuela y El Casar de la Guardia.

Vinificación; Fermentando cada variedad por separado y posterior ensamblaje. Permanecido durante 7 meses en barricas de roble francés 70% francés y 30% americano.

Nota de cata: Bonito color rojo cereza y aún con ligeros ribetes azulados, de capa media. En nariz está ya muy bien definido, con perfecta armonía entre sus gamas, por un lado de fruta roja madura, goloso, y por otro lado de madera bien secada de mucha calidad. En boca es un vino serio, pero no pesado, sabroso y complejo, pero sin cansar. Recuerdos de fruta y compota, anisados, cedro y unos taninos maduros aguantan el vino, dando una sensación casi terrosa a su paso, que no molesta y llena de sabor.

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