martes, 14 de diciembre de 2010

Descorchando botellas

Beber siempre es un placer, y beber un buen vino no tiene comparación.

El hedonismo, del griego hedone=placer, es la doctrina donde el bien es el placer y el mal es el dolor. El placer es la felicidad humana, y para mi el placer es el vino, consecuentemente, el vino es la felicidad.

Quien no conozca el vino no entenderá nunca lo que estoy diciendo. Pero si cuando alguien abre una botella, empieza a pensar en todo el trabajo que encierra la consecución de ese liquido fantástico, la sabiduría de su creador, el aporte del terruño, la calidad de la uva utilizada y el amor para su fructificación, disfrutará sin límites de una bebida extraordinaria.

Desde tiempos inmemorables ha sido un protagonista infaltable en las mesas y reuniones. De hecho el ritual del brindis es milenario y dicen que nació en la Grecia antigua.

Hoy sigue siendo un símbolo de festejo el mero acto de descorchar una botella y compartirlo con otras personas.

El vino encierra algo muy difícil de describir, pero desde el momento en el que se escoge en la tiendas ( o en la carta de vinos de un restaurante) hasta el momento de degustarlo es algo verdaderamente cautivante. Basta con observar como hasta los que no toman vino hacen silencio en el momento del descorche o cuando se lo prueba para ver si es este apto para consumo… como esperando el veredicto para continuar con lo que estaban haciendo.

Campo Viejo Gran Reserva:

Vino elaborado con las variedades Tempranillo, Graciano y Mazuelo. Un vino robusto y estructurado. Criado durante 2 años en barrica de roble americano, con trasiegas cada seis meses y tres años en botella.

Es un placer observar su color rojo violáceo diáfano, apreciar su aroma integrado a frutos secos con notas francas de avellana, y disfrutar su equilibrado sabor de estructura tánica, elegante, sutil y muy persistente.

Ideal para apreciarse solo. Si se decide acompañarlo, procurar sabores simples y ligeramente especiados con albahaca, laurel y romero.

Dinastía Vivanco Reserva 2001:

Tinto D.O. Rioja: Tempranillo 90% y Garnacha 10%, tras una breve maceración en frío, fermenta y macera en contacto con los hollejos a temperatura controlada máxima de 30° C, mediante suaves remontados, durante alrededor de 20 días. Permanece durante 24 meses en barricas nuevas de roble francés y americano, con trasiegas periódicas cada 6 meses, y más de dos años de afinamiento entre cono de roble francés y botellero. A la vista color cereza profundo con tonos granates, limpio y brillante. Complejos aromas a fruta confitada bien ensamblada con maderas finas y especias. Elegante paso en boca destacando la armonía entre sus taninos nobles, buena acidez y fondo balsámico. Resulta un vino elegante, complejo y persistente.

Martúe 2007:

Variedades de uva 38% Tempranillo, 29% Cabernet Sauvignon, 28% Merlot y 5% Syrah, procedentes de las Fincas Campo Martuela y El Casar de la Guardia.

Vinificación; Fermentando cada variedad por separado y posterior ensamblaje. Permanecido durante 7 meses en barricas de roble francés 70% francés y 30% americano.

Nota de cata: Bonito color rojo cereza y aún con ligeros ribetes azulados, de capa media. En nariz está ya muy bien definido, con perfecta armonía entre sus gamas, por un lado de fruta roja madura, goloso, y por otro lado de madera bien secada de mucha calidad. En boca es un vino serio, pero no pesado, sabroso y complejo, pero sin cansar. Recuerdos de fruta y compota, anisados, cedro y unos taninos maduros aguantan el vino, dando una sensación casi terrosa a su paso, que no molesta y llena de sabor.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Saboreando estrellas

En el siglo 17, con Luis XIV en el trono de Francia y en lo alto de la montaña de Reims (en Champagne), una congregación de monjes Benedictinos cumplían sus piadosos deberes, sin prescindir del vino seco de su región para las comidas.

Al monje Pierre Pérignon le tocaba la tarea de la clasificación de vinos en el sótano de la abadía y por error en la clasificación de los toneles mezcló vinos de distintos tiempos de añejamiento. El resultado del error fue ésta burbujeante bebida tan relacionada a los brindis, a los festejos y a la buena mesa.

Champagne queda a 150 kilómetros de París y cerca, muy cerca de los buenos recuerdos de la mayoría de nosotros.

Nada mejor que embriagarse con las burbujas de la felicidad y cuando éstas vienen de una de las mejores bebidas del mundo, el placer es casi indescriptible.

El champagne tiene esa característica, de alegrar el espíritu y deleitar cada célula de nuestro cuerpo y entre las mejores bebidas de este tipo se encuentra la mundialmente conocida Dom Pérignon.

Esta delicia tiene algo que el poeta T. S. Eliot hubiera definido como "lo contemporáneo del pasado'. Posee además ese 'je ne sais quoi' (no sé qué) que otras bebidas no tienen. Es como una expresión alusiva de Eros, que hace que la gente se enamore del champagne y a veces de quien con ellos cumple este ritual.

Dom Pérignon es alegría pura, mucha euforia y buena vibra, un momento privilegiado semejante al que se vive en la plena juventud.

¿De dónde viene?

Dom Pérignon es una marca de champagne producida por Moët et Chandon. Recibió el nombre de Dom Pérignon en honor a Pierre Pérignon, un monje benedictino, quien supuestamente fue el descubridor de la forma de creación de los vinos espumosos.

Hasta que Pérignon apareció, el vino era nombrado según su lugar de origen: "vino de Champagne", "vino de la montaña", "vino del río", "vino de Sillery", y así de dónde 'naciera' este elixir.

El vino de Hautvillers (región francesa de Champagne-Ardenne ) también gustaba mucho, sin embargo, la gente quería saber quién lo hacía. Así que a partir de ahí también se habló del "vino de Pérignon" o del vino del “Padre Pérignon". Y fue así que el vino Dom Pérignon nació.

En ese momento nadie lo notó, pero fue una gran revolución. Sin ninguna intención determinada, el monje le dio el nombre a la bebida que había creado y quizá no se imaginó el impacto que tendría a partir de ese momento hasta nuestros días.

Y por vez primera -al menos la primera vez con una consecuencia tan duradera- el creador de este vino perdió el anonimato y su talento fue altamente celebrado.

El mejor vino del mundo

"Señor, le he dado 26 botellas del mejor vino del mundo", escribió Dom Pérignon el 29 de septiembre de 1694 a un cliente de Epernay, quien había ordenado vino de Abbey de Hautvillers.

Haber dicho "el mejor vino del mundo" fue una declaración un tanto atrevida, pero ubicó la ambición y el perfeccionismo que Dom Pérignon siempre había demostrado. Su éxito fue coronado por la gloria. Esa fue siempre su ambición... y lo sigue siendo.

La visión de Dom Pérignon nunca fue mejor expresada como lo fue en 1694, cuando la cava del Padre Pérignon en Abbey de Hautvillers, en Champagne, comenzó su ambicioso objetivo: la creación del mejor vino del mundo.

Richard Geoffroy y su Manifesto

Muchos años después, en 2009, su lejano sucesor, Richard Geoffroy, jefe de la cava de Dom Pérignon, escribió el Manifesto. Éste está compuesto por 10 concisos y artículos cuidadosamente formulados, y es la más grande expresión contemporánea de lo que Dom Pérignon ha sido y es hoy: la búsqueda de un ideal simple pero sólido, el 'assemblage' perfecto, la creación del estilo de Dom Pérignon y terminar con un largo envejecimiento, un conjunto que hace a Dom Pérignon una bebida llamativa e intrigante.

En la mesa de los grandes

Dom Pérignon es una bebida como ninguna. Desde el principio siempre fue la elegida para celebrar en las más prestigiosas fiestas.

El vino del Padre Pérignon ya era consumido en Versailles en la época de Luis XIV.

En 1961, la cosecha de 1949 estuvo en el menú de la cena que se ofreció en la embajada de Estados Unidos de París para Charles de Gaulle y John F. Kennedy durante una visita oficial del presidente estadounidense a la capital francesa.

En 1981 fue la elegida para la boda del príncipe Carlos con Lady Diana. La cosecha de 1961 fue servida ese recordado 29 de julio con una insignia especial para la ceremonia.

Tampoco hay que olvidar las suntuosas festividades celebradas en Persépolis en 1971 para celebrar el 2,500 aniversario de la fundación del Imperio de Persia a cargo de Ciro el Grande.

Dom Pérignon Rosé cosecha 1959 fue servida por primera vez para un grupo de destacados invitados de todo el mundo para un espectacular evento. Debido a la escasez y calidad, esta cosecha nunca estuvo disponible en el mercado, sino solamente en la legendaria subasta que se llevó a cabo en Nueva York en 2008, en donde dos botellas fueron vendidas por 84,700 dólares.

Alrededor de 5 millones de botellas se producen en cada cosecha. Este champagne es 55% Chardonnay y 45% Pinot Noir.