jueves, 30 de septiembre de 2010

Erasmo


En representación del equipo de Caliboro, Francesco Marone Cinzano anuncia la medalla de oro recibida por Erasmo en el concurso Catad’Or con su Late Harvest de uva Torontel.
A continuación, la historia de este vino, fruto de viejas parras del secano maulino y de la pasión de su gente.

Durante la vendimia del año 2006 en Caliboro, Chile, Francesco recorría los polvorientos caminos de la zona junto a su amigo Maurizio, el cual, disfrutando del cálido clima del Maule en esa época del año, parecía dormitar en el asiento del copiloto… En un determinado momento éste se sobresaltó y con un tono de voz más alto de lo habitual le dijo: “¡para, para!”, lo cual Francesco no hizo inmediatamente, ya que veía delante suyo la vía totalmente despejada. Cuando finalmente se detuvo, notó que Maurizio miraba fijamente hacia un punto ubicado en medio del viejo viñedo que estaba a un lado del camino.

Después de retroceder un poco, Maurizio se bajó de la camioneta y sin quitar los ojos del punto que llamaba su atención, comenzó a caminar a lo largo del cerco buscando un espacio en éste que les permitiese ingresar al viñedo. Ante el fracaso de su propósito inicial decidieron ubicar la entrada principal y a alguien que los acompañase a recorrer el predio.

El lugar era un gran viñedo en cabeza de 60 años de antigüedad, típico del secano maulino, el cual comenzaron a recorrer en compañía del agricultor dueño del lugar.
Ante su solicitud de visitar dicho campo, su anfitrión se esforzaba por mostrarles lo que él consideraba de mayor interés; la vega en donde sacaba muchos kilos de uva, pero Maurizio insistía en recorrer además la zona específica que había detectado y llamado su atención desde el vehículo en marcha.

La decepción del agricultor fue grande al momento en que llegaron al punto preciso que interesaba a Maurizio.

El lugar, ligeramente más alto que el resto, era la zona menos productiva del potrero; se trataba del sector donde tenía el Torontel, uva que utilizaba sólo para hacer un poco de vino blanco para su consumo propio, parras que incluso en más de una ocasión había pensado arrancar debido a la poca producción y al bajo precio que le pagaban por la uva de esa variedad.

A esas alturas pensó por un momento que tal vez el intenso sol de fin de verano, para ellos que
recién llegaban del invierno boreal, había afectado a Maurizio… Luego de probar la uva, que tenía un hermoso color dorado y sabía dulce como la miel, Francesco pregntó a Maurizio qué pretendía hacer con ella, a lo cual respondió con una media sonrisa: “¡algo especial!”.

Esa noche, los amigos conversaron sobre la idea de Maurizio, que era la de rescatar el rol original de la uva Torontel, el rol que debía cumplir cuando llegó por caminos misteriosos a América Latina a comienzos de la colonia. Fue así que decidieron replicar el estilo de vino que en Italia llaman “vino de misa”, justamente el tipo de vino que el Torontel debía haber producido cuando fueron plantadas las primeras parras de esa uva en Chile.

A continuación decidieron dejar la uva en la planta durante un tiempo prolongado, hasta que la piel comenzara a arrugarse levemente, sin que estás perdiesen su acidez natural. Llegado el momento cosecharon la uva con extrema atención y se les presentó el problema de dónde guardar los racimos enteros, protegidos de la lluvia, hasta que llegasen al punto de deshidratación y concentración deseado. Para este fin utilizon los corredores de la casa colonial de la bodega, entre cuyas vigas extendieron alambres en que les permitieron colgar racimo por racimo.

Fue necesario esperar hasta el mes de julio para finalmente despalillar a mano los racimos y llenar las barricas de roble francés con el mosto resultante. Una vez selladas las barricas dejaron que la fermentación siguiese su curso natural durante casi un año hasta el momento de su embotellado.

Hoy día es para Francesco y Maurizio una gran satisfacción el poder presentar al mercado un vino que definen como un “néctar de los dioses” y que representa un renacimiento de la uva Torontel, la cual llegó a América a comienzos de la colonia y es parte de la historia de la viticultura del continente. Al mismo tiempo es en opinión de Francesco un aspecto del renacimiento del Maule, la zona vitivinícola más antigua y tradicional de Chile, que aún esconde estos tesoros olvidados.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Perú a la mesa

Su nombre está inspirado en las paradisiacas playas de Máncora, al norte de Perú, y con una ligera variación en su nombre llegó a México hace relativamente poco el restaurante Mánkora, el cual busca difundir la cultura culinaria y de servicio peruano en México. Su objetivo es ser el mejor referente de las costumbres gastronómicas de Perú, que sin duda, han tenido un auge muy importante a nivel mundial y que cada día son más conocidas y preferidas por muchos.

Y en Mánkora, la dedicación que prestan en cada momento es un cuadro que se ve frecuentemente cuando vamos a disfrutar de su rico y amplio menú. Desde afuera, como cliente, vemos y sentimos el entusiasmo y la dedicación que su directora general y chef, Patricia Hernández Manzur, y el personal de este restaurante ponen en cada detalle. Desde un menú deliciosamente peruano con gran cantidad de platillos hasta una decoración que nos transporta a un lugar tranquilo, elegante y acogedor, ideal para degustar lo que va a llegar a nuestras mesas.

En Mánkora buscan satisfacer a cada uno de quienes nos sentamos en sus mesas, y es por eso que buscan cubrir todas y cada una de las costumbres más representativas del norte, centro y sur de Perú. No en vano su frase distintiva es ‘notablemente peruano’.

Cebiches, tiraditos, chupes, tacu tacus, ají de gallina, pescado a lo macho y otras muchas especialidades son las que se pueden encontrar y degustar en este restaurante, en donde siempre cuidan la calidad de cada uno de sus ingredientes.

Pero Mánkora no es el clásico restaurante que se enfoca a tener un menú, sino que cada vez buscan algo nuevo que ofrecer.

Por ejemplo, cada mes, Patty ofrece deliciosas sugerencias para deleitar a todos y cada uno de sus visitantes. Este verano pudimos encontrar gran variedad de platillos basados en mariscos y pescados, como tiraditos, cebiches, camarones y salmón, entre otros. Es como estar en la playa, sólo que en Polanco…

También, los fines de semana el restaurante ofrece deliciosos bufetes. Los viernes es de cebiches y tiraditos, y el sabatino y el dominical tienen una deliciosa variedad de platillos de ese país sudamericano.

Para quienes desean tener una probadita de todo, está el menú degustación, que es un recorrido gastronómico por Perú y en el que se pueden probar pescados, mariscos, carne roja, carne blanca y típicos postres.

Y casi nadie se va de Mánkora sin probar el pisco, su bebida nacional.

¿Y los que se hayan quedado con ganas de más? También salen felices porque pueden seguir cocinando en sus casas porque además se ofrecen clases de cocina, en las que se aprenden a hacer los mejores platillos peruanos de la mano de Mánkora.

Y como llevan la sangre latina corriendo por sus venas, también se encargan de organizar eventos para tenernos contentos. Entre ellos se ofrecen catas de pisco o simplemente una noche de fiesta en la que ofrecen los mejores sabores de su tierra.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Joya que se bebe


Inspirado en su experiencia dentro de la alta cocina y el mercado de vinos de élite en Rusia, su país natal, Dr. Kauffman trabajó durante cinco años en la producción de un vodka que fuera elevado hasta los más grandes niveles aspiracionales como el de los más finos cognacs, whiskies y vinos.

La primera colección privada de Kauffman se produjo en 2002, a la que le siguieron la de 2003 y 2005.

Haciendo el vodka Kauffman
Para producir uno de los más finos vodkas, Mark tomó decisiones basadas en varios y selectos criterios.

Primero, su origen solamente debía venir de una sola cosecha cuando los mejores granos de trigo fueran identificados y seleccionados a través de una meticulosa destilación múltiple. Al elegir los granos de trigo, Kauffman seleccionaba las mejores siete regiones de Rusia en la producción de este cereal, y de esas regiones solamente un solo campo era elegido. La elección de las regiones varía año con año dependiendo de la calidad del trigo.

La producción de esta bebida cumple con el modo tradicional de producción de los vodkas de mayor calidad: la filtración se hace a través de columnas de carbón (abedul) acompañada por una filtración a través de arena de cuarzo al iniciar y al finalizar el proceso.

Segundo, para asegurar la consistencia, garantizar la calidad y cierta continuidad de estilo solamente debía haber un solo embotellado por cosecha.

En tercer lugar, una estricta y limitada cantidad debía ser producida solamente en los años cuando la calidad del grano permitiera la producción de un vodka de lujo.

Así que solamente 25 mil botellas de Kauffman Luxury Vintage Russian Vodka, con un número de serie que marca cada botella de edición limitada, se producen anualmente.

Su belleza exterior
Las magníficas botellas que visten a este transparente líquido y que muy bien podrían ser para un perfume, son producidas en Francia por Saint Gobain, reconocido mundialmente por su cristal de la más alta calidad, así como por diseñar y elaborar las botellas de los más reconocidos cognacs.

Mark trabajó con los diseñadores más innovadores del mundo para crear la curvilínea botella que representa el futuro de Rusia, más que su pasado. Esta botella es un símbolo de la Rusia moderna, el país que se está integrando con el resto del mundo y se está convirtiendo en una de las potencias globales. Este empaque es inspiracional y contribuye a la idea de un producto del siglo XXI.

Los hijos Kauffman
Kauffman posee diferentes líneas pero las ‘más comerciales’, por decirlo así, ya que es un vodka de edición limitada, son:

Kauffman Luxury Vintage:
Nariz: sutiles toques de tostados de centeno e hinojo.
Boca: se siente suave y sutil con ligeros toques de menta.
Tiene un final bien definido y lleva notas de anís y especias.

Kauffman Selected Vintage
Nariz: Aroma ligero a menta con un toque dulce y de especias; muy limpio.
Boca: Sedoso y cremoso con carácter distintivo. Sabor intenso, a menta al que se le unen toques de anís y especias.
Tiene un final refinado y profundo.