jueves, 3 de febrero de 2011

Un encanto inefable

Siempre presente en las celebraciones, bodas, nacimientos, inauguraciones y todo momento de gran alegría… Ese es el champagne que todos amamos y que con sus cristalinas burbujas nos alegran cada segundo cuando lo degustamos.

Y la creación de esta gran bebida se la debemos a un monje benedictino que vivió en el siglo XVII en Francia y quien manifestó su objetivo de producir "el mejor vino del mundo". Y no iba tan lejos. De ahí nació Dom Perignon, definitivamente uno de los mejores champagnes del mundo y que muchos catalogan como el rey del champagne.

Fue en 1668, cuando el Padre Pierre Pérignon se hizo cargo de su puesto de jefe de la bodega de la Abadía Benedictina de Hautvillers (cerca de Epernay y de Reims) y su ambiciosa aspiración significó un espíritu visionario y una audacia extraordinaria al tratarse de un joven monje de 30 años. Pero tuvo éxito, pues transformó la historia del vino y, hoy en día, es reconocido mundialmente como el padre espiritual del champagne. A él se le atribuye el descubrimiento del método champenoise.

La primera cosecha de Dom Pérignon fue de 1921 y sólo fue puesta a la venta en 1936, después de la Gran Depresión. Y a partir de ese momento, las botellas de este champagne han desfilado en importantes eventos.

Dom Pérignon ha perpetuado hasta la actualidad el enfoque visionario que le imprimió su fundador, una visión que continúa expresando la esencia del verdadero lujo: la reinvención continua de lo excepcional.

Esta reinvención se ha convertido en la guía de Richard Geoffroy, el actual jefe de cava de Dom Pérignon, mientras crea cada nueva cosecha de champagne. Tal como él mismo dice, "Las uvas nunca son iguales de un año para otro. Si una cosecha no cumple con las estrictas normas de Dom Pérignon, entonces no habrá añada de champagne este año. No es un juicio de valor sino un criterio estético".

Hace poco, Geoffroy creó un blog con el que comienza una nueva era y lanza una gran primicia en la historia del champagne, con el cual busca brindar una visión más extensa de este vino a blogueros seguidores del lujo en la red y consumidores de la marca.

Haciendo un Dom Perignon La cosecha de Dom Pérignon alcanza a los 5 millones de botellas anuales. Es un champagne de uva chardonnay y pinot noir. Siempre utiliza para la elaboración de su vino uvas cosechadas en el mismo año, cosa que no hacen todas las marcas de champagne.

La preparación de cada cosecha involucra un gran trabajo de assemblaje y ajustes -que cada ocasión es diferente- antes del misterioso balance que las uvas "blancas" y "negras" (chardonnay y pinot noir) Don Pérignon puedan alcanzar.

Este delicado ejercicio está lleno de riesgos. El assemblage de cada cosecha de Dom Pérignon es un acto creativo, inspirador y atrevido. El esfuerzo extra que existe en su producción expresa su carácter único mientras reafirma el estilo atemporal de Dom Pérignon.

Dom Pérignon Vintage 2000 Nota de cata de Richard Geoffroy
La primera nariz, fresca, cristalina y firme, revela un universo original, vegetal, acuático, donde se mezclan la pimienta blanca y la gardenia. La madurez del vino se ofrece entonces con suavidad y ligereza antes de que podamos sentir sus fuertes acentos.

En boca, el ataque es directo, un preludio hacia una potente redondez y crece como una enredadera. Las notas de anís y jengibre seco se deslizan sobre la cáscara de las frutas (pera y mango), y crean un efecto que es más táctil que carnoso. Su final es ligero sereno, maduro y difuso.

Un encanto inefable es lo que transmite.

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