Hechos bien y con amor, así son los vinos de Castell Sant Antoni, portadores de la denominación de origen Cava, resultado de un dedicado proceso. La DO Cava se extiende, entre otros, en 63 municipio de la provincia de Barcelona, donde a unos cuantos kilómetros se asienta la bodega en Sant Sadurni D’Anoia.
Cultivadas en terrenos áridos con un microclima ideal para las vides, la paciencia y esmero son los que ponen el sabor en la botella en el momento adecuado. Además de su cosecha en el punto preciso, los vinos se elaboran solamente con el mosto flor.
Este mosto, también conocido como lágrima, es de primera calidad y se obtiene a partir de la uva estrujada por gravedad, sin ninguna intervención mecánica. El jugo de uva obtenido por este medio abarca a las variedades clásicas del cava, que son Macabeo, Xarel-lo y Parrellada, además de Garnacha y en ocasiones Chardonnay y Pinot noir.
Una vez que se obtiene el mosto, se lleva a un proceso de crianza, que en el caso del gran reserva llega a ser hasta de 24 meses, para que alcance las características que lo definen. Sus burbujas coquetas y su sabor seco, aunque fresco, lo convierten en el maridaje perfecto con pescados y mariscos durante una tarde de verano.
Los vinos llegan a México con sus elegantes diseños y su cosquilleo en paladar, gracias a Otto Monsivais, uno de los más reconocidos expertos de nuestro país.
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