Quiero compartir con ustedes este bello texto de Lalo Plascencia, del Centro de Innovación Gastronómica, espero lo disfruten tanto como yo:
“Pareciera que entre las vides se esconden los secretos de la existencia. Silenciosas y pacientes, las uvas esperan las manos de los que comenzarán a transformarlas en algo más. Relación indivisible entre humanos y frutos, imposible de rastrear en sus orígenes y por consecuencia su destino.
Entre mejor sea la relación, y más íntimo sea el diálogo entre uvas y hombre, se vuelve infinito el número de probabilidades para producir un vino exitoso. Después de todo, la mitad del trabajo está en el terreno, bajo la luz y la luna. La vida de ambas partes de esa relación depende de la generosidad del cielo y sus aguas, del sol y su inclemencia, del viento y su paciencia.
Los racimos esconden un año de mimos y rezos que les hicieron sobrevivir; los privilegiados en cuidar las uvas y el proceso entero en Casa Madero guardan en sus rostros quemados por el sol, en las manos terregosas, en la ropa con aroma a levadura y roble, la historia de la humanidad y su transformación a través del vino.
La sabiduría se puede beber, y la bodega más antigua de América lo sabe desde hace siglos. Casa Madero es indudablemente referencia global: un espacio mágico que combina tradición y visión, por un futuro que pareciera resumir en sorbos de fortaleza vinícola la historia de América y su gente.
La esencia del Valle de Parras fue genialmente capturada por la lente de Jesús López. Esta exposición es un resumen de la grandeza de espíritu, de la gente hecha vino, de la historia de México a través de los caldos de Casa Madero. Honor a quien honor merece, salud y buen vino.”
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