Con la familia Torres |
Les he contado en entradas anteriores sobre mi más reciente viaje a España, ese país encantador que uno no termina de conocer y que no deja de sorprendernos en cada visita.
En esta ocasión estuve por Cataluña y visité distintas bodega de casa Torres, en donde me encontré con la encantadora familia y, por supuesto, disfruté de sus grandiosos vinos.
El hermoso castillo de Milmanda, que data del siglo IX, fue propiedad de los monjes de la orden del Císter que lo utilizaban cómo granja fortificada. En un tiempo fue frontera entre la cristiandad y el mundo árabe.
El castillo está en el valle de Poblet, comarca Conca de Barberà, cuenca geográfica del río Francolí. El nombre de la comarca proviene del pueblo de Barberà de la Conca.
Esta zona se conoce históricamente como la Catalunya Nova, tierra reconquistada a los árabes por los condes de Barcelona. La Catalunya Vella era la Marca Hispánica, donde los árabes nunca llegaron.
El castillo pertenecía a una red de castillos establecidos para dar seguridad a los cristianos que colonizaban las tierras reconquistadas. Todo esto termina cuando Ramón Berenguer IV, el Santo conquista Tortosa (capital del reino musulmán). Con esto, la Catalunya Nova pasa a ser zona segura.
En este castillo se tiene constancia de que ya en la época de los romanos existía un asentamiento, de nombre Escupianda. Posteriormente, aparece el nombre de Milmanda en documentos de año 1148.
Un recorrido por la Finca de Milmanda es un privilegio, un lujo para los sentidos. Entre romero, enebro y tomillo cultivan las uvas que dan su blanco más famoso.
Años de pacientes investigaciones han dado como resultado el Milmanda, una compleja y armoniosa combinación de aromas, un vino elegante, noble y de gran linaje.
Milmanda formaba parte de una ruta de castillos medievales que daban cobijo a los cristianos en tiempos de reconquista. Con el siglo XII llega la paz a estas tierras y con ello se reinicia el cultivo de la vid. Al pie de este castillo la familia Torres cultiva hoy la variedad Chardonnay. Este vino de finca está fermentado y criado en barrica de roble francés.
El vino Milmanda me regalo un hermoso color amarillo dorado. Aroma muy intenso y complejo con notas frutales (cítricos, y compota de melocotón) sobre fondos de vainilla muy finos. Paladar graso y muy amplio, con excelente acidez y agradable expresión de las notas frutales del aroma.
Disfruté también el Grans Murralles, vino de finca que debe su nombre a las murallas que protegían el monasterio de Poblet de las guerras y los mercenarios.
La identidad inconfundible de Grans Muralles se encuentra en los pedragosos suelos de pizarra (Licorella), pero también en las variedades que lo integran. Tras un siglo de la plaga de la filoxera, la familia Torres consiguió recuperar variedades autóctonas extinguidas como el Garró y el Samsó utilizando modernas técnicas de viticultura. Estas variedades unidas a la Garnacha tinta, Cariñena y la Monastrell conforman el espíritu de este vino único.
Muy intenso color granate oscuro con visos azul oscuro. Aroma de una exótica y profunda complejidad que demuestra la gran densidad del vino, la increíble riqueza de su materia y de su estructura. Con notas de especias (pimienta, clavo), de arbustos (tomillo) y de pequeñas frutas rojas muy maduras (arándano, grosella) sobre fondos de humo, de vainilla y de incienso.
Crans Murralles simboliza tierra, sol, lluvia, y viento, inspira verde y marrón, amarillos y cobrizos, granates y topacios, implica elegancia y sutileza, glamour y tradición, supone color, aroma e infinidad de sensaciones.
Apropiado para acompañar los platos de carne -asados, estofados- más típicos de la cocina mediterránea, acompañados con salsa de tomate y pimiento, o cocinados con hierbas y especias tradicionales (tomillo, orégano, romero, albahaca, laurel, pimienta).