jueves, 2 de febrero de 2012

Paseo en tren por los paisajes agaveros


Después de 14 de años vuelve el tren a Tequila… José Cuervo Express es el encargado de desempolvar las vías haciendo de este pueblo mágico otra opción más para unas inolvidables vacaciones.

Un hermoso paseo se prepara para comenzar cerca del mediodía en una estación que la casa tequilera José Cuervo reconstruirá a las afueras de Guadalajara, Jalisco, para que los viajeros vuelvan a finales del siglo XIX y principios del XX.

El tren regresará por la tarde tras recorrer unos 60 kilómetros, justo para que los visitantes admiren la puesta del sol sobre el paisaje verde azul lleno de plantas de agave.

El proyecto, ideado por la casa José Cuervo, arrancará el 1 de abril, bajo un concepto diferente al que ya opera, el Tequila Express.

“Buscamos que el turista se deje seducir por los aromas, los colores y la historia que envuelven a esta bebida. Que sea una experiencia educativa, íntima, en la que degusten un buen tequila y se queden con un agradable recuerdo de esta localidad”, asegura la directora de promoción y relaciones públicas, Araceli Ramos Rosaldo.

El pasado fin de semana, el director del corporativo José Cuervo, Héctor Fernández Rousselon, hizo el bautizo inaugural de los 7 vagones que componen el tren rompiendo una botella de tequila Cuervo Tradicional, para después, al grito de “¡vámonos!” invitó a abordarlo.

Durante dos horas de trayecto disfrutamos de cada uno de los exclusivos vagones que incluyen el bar, el comedor y el VIP, en los cuales se ofrecieron deliciosos bocadillos mexicanos, margaritas y una gran variedad de distintivos cocteles de Casa Cuervo.

Al llegar a Tequila disfrutamos del recorrido por la Destilería La Rojeña, la más antigua de América Latina, donde conocimos la historia del tequila, desde la jima del agave hasta una experiencia para los sentidos en una inigualable cata profesional de tequila.

El concepto del paseo en tren estará basado en los tours que la casa tequilera opera desde hace unos años bajo el nombre de “Mundo Cuervo”, y que están dedicados a difundir las tradiciones mexicanas a través del ancestral proceso de elaboración del tequila que José Cuervo realiza desde hace más de 250 años, en la hacienda La Rojeña.

También se puede participar en un increíble recorrido por los campos de agave enclavados a unos kilómetros del volcán Tequila, cuya explosión hace 22 mil años, dio a esas tierras los minerales que hacen posible el sabor dulce del agave tipo azul, conocido como “tequilana weber”.

Ahí, en medio de tierra rojiza y piedras de obsidiana negra, los jimadores (agricultores) esperan con paciencia a que los agaves cumplan 12 o 13 años y alcancen la madurez suficiente para ser procesados.

Una vez lista la planta, cortan sus largas pencas (hojas) afiladas hasta dejar una enorme bola que asemeja una piña, cuyo interior dará los azúcares necesarios para que tras el proceso de destilación, se produzca el ancestral brebaje que ha dado fama a México.

Desplazarse hasta el centro del poblado de Tequila, cuna de la reconocida bebida, implica dejarse seducir por las más de 35 mil hectáreas de campos agaveros que pueblan los cerros cercanos y por el ambiente de los poblados alrededor donde reinan la tranquilidad y el colorido de sus casas.

La destilería hacienda La Rojeña, cuyo edificio era un convento, conserva los hornos tradicionales para cocer los agaves y los alambiques (contenedores) donde se produce el tequila desde 1758.

Igual de antiguas son sus cavas, que guardan entre las barricas de roble blanco y roble francés un agradable aroma que mezcla esencias de chocolate, madera y alcoholes, que emanan del tequila que ahí reposa y se añeja desde hace unos años.

El tesoro de tequila José Cuervo está sin duda en la bodega, que bajo una tenue luz almacena las “damajuanas”, pequeñas botellas de vidrio que guardan el tequila producido entre 1800 y 1900, cuyo sabor solo han probado unos cuantos.

El mariachi, siempre presente en estas tierras, es el broche de oro de una visita al pasado, a una historia iniciada en la época prehispánica, cuando, según la leyenda, un rayo incendió un agave, con el que la Diosa Mayahuel descubrió el tequila, la bebida mexicana que ha recorrido el mundo entero.

El concepto del paseo en tren estará basado en los tours que la casa tequilera opera desde hace unos años bajo el nombre de “Mundo Cuervo”, y que están dedicados a difundir las tradiciones mexicanas a través del ancestral proceso de elaboración del tequila que José Cuervo realiza desde hace más de 250 años, en la hacienda La Rojeña.

También se puede participar en un increíble recorrido por los campos de agave enclavados a unos kilómetros del volcán Tequila, cuya explosión hace 22 mil años, dio a esas tierras los minerales que hacen posible el sabor dulce del agave tipo azul, conocido como “tequilana weber”.

Ahí, en medio de tierra rojiza y piedras de obsidiana negra, los jimadores (agricultores) esperan con paciencia a que los agaves cumplan 12 o 13 años y alcancen la madurez suficiente para ser procesados.

Una vez lista la planta, cortan sus largas pencas (hojas) afiladas hasta dejar una enorme bola que asemeja una piña, cuyo interior dará los azúcares necesarios para que tras el proceso de destilación, se produzca el ancestral brebaje que ha dado fama a México.

Desplazarse hasta el centro del poblado de Tequila, cuna de la reconocida bebida, implica dejarse seducir por las más de 35 mil hectáreas de campos agaveros que pueblan los cerros cercanos y por el ambiente de los poblados alrededor donde reinan la tranquilidad y el colorido de sus casas.

La destilería hacienda La Rojeña, cuyo edificio era un convento, conserva los hornos tradicionales para cocer los agaves y los alambiques (contenedores) donde se produce el tequila desde 1758.

Igual de antiguas son sus cavas, que guardan entre las barricas de roble blanco y roble francés un agradable aroma que mezcla esencias de chocolate, madera y alcoholes, que emanan del tequila que ahí reposa y se añeja desde hace unos años.

El tesoro de tequila José Cuervo está sin duda en la bodega, que bajo una tenue luz almacena las “damajuanas”, pequeñas botellas de vidrio que guardan el tequila producido entre 1800 y 1900, cuyo sabor solo han probado unos cuantos.

El mariachi, siempre presente en estas tierras, es el broche de oro de una visita al pasado, a una historia iniciada en la época prehispánica, cuando, según la leyenda, un rayo incendió un agave, con el que la Diosa Mayahuel descubrió el tequila, la bebida mexicana que ha recorrido el mundo entero.